Lo que
sucedió a un rey joven con un filósofo (adaptación)
Otra vez,
hablando el Conde Lucanor con Patronio, su consejero, le dijo:
-Patronio,
yo tenía un pariente a quien quería mucho, y a su muerte dejó un
hijo muy pequeño, que se ha criado conmigo. Aunque este muchacho es
muy inteligente y con el tiempo será de la nobleza, me gustaría
mucho que su juventud no lo llevase por malos caminos. Os ruego que
me digáis la manera de conseguir que este mancebo haga siempre lo
más conveniente para su cuerpo y para su hacienda, porque no querría
que fuera víctima de su propia juventud.
-Señor
Conde Lucanor -dijo Patronio-, para que podáis hacer por este
mancebo lo que creo mejor para él, me gustaría que supierais lo que
le pasó a un gran filósofo con un rey joven.
El conde le
preguntó lo que había sucedido.
-Señor
Conde Lucanor -dijo Patronio-, había un rey que tenía un hijo y lo
encomendó a un filósofo de toda su confianza, para que se educara
junto a él.
Al entrar
en la juventud, aquel muchacho, ya convertido en rey por la muerte de
su padre, comenzó a despreciar las enseñanzas del sabio y a seguir
las de otros consejeros que no se preocupaban por alejarlo del mal.
Siguiendo el joven rey ese camino, en muy poco tiempo pudo verse cómo
su salud y su hacienda estaban arruinándose.
Como la
situación era cada vez peor, el sabio que lo había educado sintió
gran dolor y pesar, pues no sabía ya qué hacer después de haber
intentado de muchas maneras que cambiase de vida ya que su juventud
le impedía ser más consciente. Comprendiendo el filósofo que sólo
le quedaba un remedio para corregirlo, pensó actuar como oiréis.
Empezó el
filósofo a decir de vez en cuando en la corte que él podía leer el
futuro en el vuelo y canto de las aves, sin que nadie en el mundo lo
aventajara. Tantos y tantos nobles se lo escucharon que el hecho
llegó a oídos del joven rey, el cual, cuando lo supo, preguntó al
sabio si era cierto que interpretaba el canto de las aves tan bien
como se decía en palacio. Aunque el filósofo quiso negarlo en
principio, al fin reconoció ser verdad, pero le aconsejó que nadie
lo supiese. Como los jóvenes siempre están impacientes el rey, que
era joven, estaba ansioso por ver cómo interpretaba los agüeros
aquel filósofo; por eso, cuanto el sabio más lo dilataba, tanto más
le insistía el rey, que consiguió salir un día muy de mañana con
el filósofo para escuchar las aves sin que nadie lo supiera.
Aquel día
madrugaron mucho. El filósofo se encaminó con el rey por un valle
donde había numerosas aldeas yermas y abandonadas y, después de
pasar por muchas, vieron una corneja que graznaba desde un árbol. El
rey se la mostró al filósofo, que hizo como si la entendiese.
Después de
escucharla un rato, el sabio filósofo comenzó a llorar amargamente,
a romper sus vestiduras y a dar grandes muestras de dolor. Cuando el
rey mozo así lo vio, quedó muy asustado y preguntó al filósofo
por qué lo hacía. El sabio, sin embargo, quiso ocultarle los
motivos, pero tanto le insistió el joven rey que el filósofo le
respondió que más quisiera estar muerto que vivo, porque no sólo
los hombres sino también las aves sabían ya que, por su falta de
prudencia, perdería tierra y hacienda y todos harían escarnio de su
nombre.
Cuando esto
oyó el rey joven, se disgustó mucho y empezó a pensar cómo había
llegado su fama a tal estado. Viendo el filósofo la tristeza y la
preocupación del rey y que verdaderamente quería enmendarse, le dio
muy sabios consejos, de manera que en muy poco tiempo el rey cambió
de vida mejorando así su reino y su propia salud.
Vos, señor
conde, pues habéis criado a ese mancebo y queréis llevarlo por el
buen camino, buscad el modo más ingenioso de que con buenas
palabras, buenos ejemplos entienda cómo debe ocuparse de sus
asuntos.
Al conde le
agradó mucho este consejo de Patronio, obró según él y le fue muy
bien. Y como a don Juan le gustó mucho este cuento, lo mandó poner
en este libro e hizo los versos que dicen así:
No
amonestes al joven con dureza,
muéstrale su camino con franqueza
muéstrale su camino con franqueza
No hay comentarios:
Publicar un comentario